sábado, 12 de marzo de 2011

Fragmento de una posible obra

Después de veinte años de existencia, Dani seguía preguntándose día a día cual era su sitio en la sociedad. No es que buscase encajar como una pieza más dentro del gran engranaje; más bien buscaba un motivo dentro de la misma para seguir viviendo, para poder cambiar las cosas dentro de su mente idealista. Dani padecía una adicción al cannabis, y de vez en cuando coqueteaba con la cocaína, siendo visto desde fuera como un drogadicto cualquiera, pero él encerraba más allá de esas sustancias un alma ansiosa por volar, por ver el mundo de otra manera, y por devastadores que fuesen las consecuencias de las drogas le ayudaban en parte a expandir su mente a nuevos horizontes, de ver la verdad donde otras personas no la veían. No estaba orgulloso de su adicción, pero sí de escapar de la realidad mundana que atormentaba la libertad del ser humano continuamente.
Veo al hombre todos los días pero no es hombre libre, es un esclavo de los propios grilletes que el mismo se pone. No intenta realizarse como persona, no es persona, sólo una máquina programada para producir y consumir, y no hay más allá de esos dos ejercicios. Parece que es el fin del libre pensamiento, del sentir por voluntad propia, el sistema mata el amor por la gente. Los ideales ya no son ideales, se desvanecen entre la frustración y el odio, justo lo que intento combatir en mi mente. La política no ha aliviado mi dolor, y las drogas tampoco consiguen grandes efectos, cada vez necesito más dosis para escapar de esta jaula construida por la agresividad con la que golpea la mediocridad de la sociedad.
Visto lo visto dejaré de escribir por hoy…



Dani, El Miserable.

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